La Solución se Encuentra en el Problema

22 de Junio de 2017

Hay una tradición entre ciertas tribus nativas de Norteamérica que dice que donde se encuentra una planta venenosa, el antídoto a menudo se encuentra cerca. Es como si la enfermedad y la cura fuesen plantas hermanas, expresando las caras opuestas de la misma moneda.
Podemos aplicar este principio a la búsqueda de la verdad, ya sea científica o espiritual: la solución que estamos buscando a menudo es inherente al problema mismo.
Nuestro propio sistema inmune es un maravilloso ejemplo de esto, teniendo el poder incorporado para poder combatir un sinnúmero de enfermedades. Sin embargo, la cura no se activa hasta que el agente patógeno—la bacteria o virus dañinos—están presentes en nuestro cuerpo. De nuevo, como dos caras de una moneda, la cura está vinculada con la enfermedad.
En nuestra práctica de meditación, podemos usar este mismo principio. Paramhansa Yogananda describe la meditación como la concentración en Dios o en uno de Sus ocho aspectos: paz, amor, gozo, calma, luz, sonido, poder y sabiduría. Sin embargo, si estamos dominados por alguna emoción negativa—ira, desesperación, o soledad, por ejemplo—parece casi imposible siquiera comenzar a pensar en estas cualidades divinas. Pero hay una solución.
Hace algunos años tuve una experiencia muy poderosa parecida a estas líneas. Fue en un momento en que estaba pasando por un período donde me sentía exhausta, desanimada, y, en general, abrumada por la vida. Cuando finalmente estaba por tocar fondo, una tarde salí sola a un pequeño porche, y comencé a llorar, orando en mi interior, “Madre Divina, todo esto es demasiado para mí. No puedo manejarlo.”

 

Ya no estoy Solo

 

 

Poco después escuché una voz interior que decía, “¿Quién crees que está haciendo todo esto? No eres tú, soy Yo.” La profunda comprensión de que Dios es el hacedor, detrás de mis problemas y dentro de mis soluciones, disipó mi sensación de estar enfrentando sola este momento de desesperación. Mi desánimo y mis lágrimas se fueron en ese momento, y fueron reemplazados por una vibrante sensación de bienestar y control sobre todas las tareas que se me presentaban. Me di cuenta de que cuando le entregué el problema a Dios, la solución se presentó con rapidez.

En un hermoso poema, “Ya No Estoy Solo,” Yoganandaji describe la presencia divina esperando dentro de cada uno de nosotros:

No estoy solo en la cámara de la soledad,

Porque Tú estás siempre allí.

Estoy solo en medio de una multitud ruidosa

Donde Tu silencio se apaga…

Lejos de mí, yo estaba solo—

Pero desde que mi pequeño ser se encontró con el gran Ser,

Ya no estoy solo.

Muchas de las dificultades que nos asedian son simplemente lo que se expresa en la ausencia de alguna cualidad divina correspondiente. Aquí hay una lista con la cual trabajar. Si en meditación activas estas cualidades divinas ofreciendo tus problemas a Dios, encontrarás que…

1) La soledad es reemplazada por el amor universal.
2) La oscuridad es reemplazada por la luz y la esperanza.

3) La desesperación es reemplazada por el gozo.
4) La inquietud es reemplazada por una sensación de paz.
5) El bombardeo de los ruidos exteriores es reemplazado por el sonido único de AUM.
6) La confusión mental es reemplazada por la sabiduría y la comprensión.
7) La debilidad es reemplazada por el poder.
8) La agitación interior es reemplazada por la calma.

Estos son los antídotos—los ocho aspectos de Dios. Como un sistema inmune divino, están esperando que los activemos liberando la aflicción que hay en nuestro propio corazón. Sólo entonces encontraremos las respuestas que hemos estado buscando.

Con gozo y bendiciones,

Nayaswami Devi

 

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