La Familia de Ratones

 

16 de noviembre de 2017

Sucedió nuevamente hace un par de semanas, mientras estábamos descansando y conversando con algunos amigos. Mi esposa Devi, quien de vez en cuando, a lo largo de los años, me ha pedido, rogado o persuadido para que cuente la historia de la familia de ratones, me convenció una vez más. La gente parece siempre disfrutar esta historia, por eso pensé que ustedes también podrían disfrutarla.

Ocurrió alrededor de 1974, después de que había construido un domo geodésico y me había mudado allí. Esto fue antes de que nos casásemos, y yo podía ser un poco más casual con los motivos de la decoración del interior. Las paredes interiores de un domo geodésico están hechas de muchas formas triangulares, y se requería tanto de más habilidad de la que tenía, como de más esfuerzo del que estaba dispuesto a dedicarle, para cubrirlas con madera, placas de yeso, o algún otro tipo de interior demasiado sofisticado. Por eso decidí mantener el tema de diseño tradicional y comprobado de dejar el aislamiento térmico sin cubrir. Admito libremente que el papel metálico brillante no es atractivo para todos, pero en esos días  funcionaba para mí.

Una tarde, mientras estaba meditando, escuché el sonido de un chillido que venía del interior del aislamiento. No se necesitaba tener un título en la ciencia de la investigación para darse cuenta de que había una familia de ratones viviendo allí.  Pero eso  presentó una pregunta inmediata: ¿Qué hacer con esos visitantes no deseados? Al no querer matarlos ni dañarlos, decidí asustarlos esperando que se mudasen a otro vecindario. Me paré cerca del ruido, y aplaudí con fuerza varias veces. Para mi sorpresa, la madre ratón salió corriendo con un pequeño bebé en su boca, del tamaño y apariencia de un abejorro rosa. Aplaudí de nuevo y ella se aterrorizó, soltó al bebe, y corrió de regreso al nido. Tomé al bebe con cuidado y lo puse en un frasco de vidrio de boca ancha.

El chillido finalmente regresó. Viendo lo bien que me había ido la primera vez, aplaudí de nuevo, y se repitió la misma secuencia de eventos: aplaudo; asusto a la madre mientras corre con el bebe; la observo dejarlo caer y regresar al nido; recojo al bebe y lo coloco con cuidado en el frasco de vidrio junto a su hermano. Ahora estaba haciendo el ejercicio bastante bien. Nuevamente esperé por los chillidos, y repetí toda la rutina. Después de aproximadamente una hora, había recogido cuatro bebes, y no había más sonidos provenientes del nido. Había reunido a los niños, ¿pero cómo atrapar a la mamá?

Mientras me sentaba en silencio, la madre desesperada reunió el valor para intentar rescatar a su familia, y corrió hacia el frasco de vidrio, que yo había colocado cerca de allí. Con un flash de inspiración, puse en equilibrio una regla en un montante del domo y la extendí hasta la boca del frasco, formando una especie de puente. La madre corrió con indecisión a lo largo de éste yendo y viniendo varias veces, retirándose cada vez que la precaria regla comenzaba a inclinarse. Finalmente fue demasiado lejos, y su peso volcó a la regla, y a ella, dentro del frasco. Rápidamente puse un poco de pasto en el frasco, y les di un poco de tiempo para estar en familia, que tanto lo necesitaban. Por la mañana los llevé al bosque y los liberé.

Hay muchas lecciones espirituales para aprender de esta historia, pero voy a dejar que las descubran ustedes mismos.

En gozo,

Nayaswami Jyotish

 

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