¿Cuál es el dominador común de la humanidad?

19 de febrero, 2015

the-common-denominator-devi-novak-world-brotherhood-yogananda1-560x450El medicamento de quimoterapia goteaba lentamente en el brazo de mi amiga mientras estábamos sentadas en la sala de tratamiento. Unos meses antes le habían diagnosticado una forma agresiva de cáncer de mama y, después de la cirugía, estaba recibiendo un régimen de tratamientos de quimioterapia ambulatoria.

La habitación en la que estábamos sentadas era un gran espacio ventilado, con cómodas sillas reclinables donde la gente estaba recibiendo su tratamiento intravenoso. Los pacientes procedían de un amplio sector de la sociedad: jóvenes y viejos, hombres y mujeres, ricos y pobres, solos o con familiares y amigos. Pero todos estaban allí porque tenían la esperanza de poder evitar el sufrimiento de un avance de cáncer y encontrar la felicidad, una vez más, en una vida sin enfermedad.

Paramhansa Yogananda dijo que todos en este mundo compartimos una motivación común en la vida: evitar el sufrimiento y encontrar la felicidad. Todo lo que hacemos es una expresión más alta o más baja de este mismo objetivo compartido. Para algunos, la felicidad significa perseguir el fatuo fuego de los deseos materiales o lograr reconocimiento a los ojos del mundo. Para otros, es servir a los necesitados y disminuir su sufrimiento. Y para unos pocos, significa encontrar la fuente de la verdadera felicidad: la dicha de Dios.

Incluso a medida que ascendemos la escalera del despertar en Dios, todavía compartimos con toda la humanidad – de hecho, con toda la vida – esa misma doble motivación: evitar el dolor y encontrar la felicidad. Sabiendo esto, es mucho más fácil ver detrás de las múltiples expresiones de la conducta humana y sentir compasión y parentesco con todos.

Mientras mi amiga y yo esperábamos juntas, ella poco a poco se quedó dormida, y yo tomé las agujas y la lana que había traído conmigo. Cuando comencé el proceso rítmico de mover la lana por encima y por debajo de las agujas, una mujer que también estaba recibiendo tratamiento comenzó a caminar hacia mí, empujando la bolsa intravenosa y tubo de goteo de su unidad móvil.

Era una mujer mayor sola, y después de sentarse a mi lado en una silla, comenzó a hablar con un acento alemán. “Hace mucho tiempo que no he visto a alguien tejer”, dijo. “Verás, cuando yo era una niña durante la Segunda Guerra Mundial, mi familia vivía en una pequeña granja en el norte de Alemania. Estábamos muy hambrientos, porque toda la comida fue enviada a las tropas, y siempre teníamos frío porque nuestras ropas estaban gastadas y llenas de agujeros.”

“Cuando los paracaidistas estadounidenses comenzaron aterrizar detrás de nuestras líneas militares, desechaban sus paracaídas de seda en el bosque. Mi familia buscaba los paracaídas, desgarraban la seda en tiras, y luego tejían ropa de abrigo con ellos. Estábamos muy agradecidos a los soldados por este regalo.”

Continuamos hablando durante esa larga tarde. Nuestras experiencias en la vida habían sido muy diferentes, y sin embargo, como hijos de nuestro único Padre-Madre, Dios, teníamos mucho en común y mucho que compartir.

Hacia la Unidad con todo,
Nayasuami Devi

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